Fuego divino.
¡Oh, fuego Divino,
Amor incesante
que haces arder los corazones abiertos
de los pobres y los sencillos.
Te suplico que penetres en esta tierra árida,
en esta sequía del alma de tantos y tantos
que elevan la mirada al cielo.
Descienda tu fuego de amor
sobre tantos corazones fríos,
descienda tu fuego de amor
sobre tantos corazones muertos,
descienda tu fuego de amor
donde ha brotado el pecado de egoísmo,
soberbia y ambición.
Mira a tu Iglesia a veces perdida,
desilusionada, desencantada,
cristianos sin alma, sin interioridad,
sin oración.
¡Ven, Santo Espíritu!
Maestro Interior de nuestra oración,
de la oración de toda la Iglesia,
enséñanos a orar.
¡Ven, Espíritu Santo!
Mira a tu Iglesia en tanto hacer sin corazón,
sin unción, sin liberación.
¡Ven, Espíritu! ¡Ven, Santidad!
Infunde tu amor, tu vida, tu fuego
para que la Iglesia viva al calor de Dios.
¡Ven, Espíritu Santo!
Ven a hacerlo todo nuevo,
ven a recrearlo todo,
que brote la vida, la verdad,
la fe, la esperanza y la caridad,
que brote mi Dios en cada corazón.
¡Ven, Santo Espíritu! ¡Ven, Creador!
¡Ven, Maestro Interior!
P. Lázaro Albar