No caer en la tentación

No caer en la tentación

Pasos para ayudarte a no caer en la tentación.

-    Reconoce tu condición de fragilidad

«El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo… sopló en su nariz un aliento de vida» (Gén 2,7). El libro del Génesis nos dice que el hombre es frágil, débil y limitado, como la arcilla, pero Dios le ha infundido su aliento. Somos de barro, somos pecadores, pero contamos con la gracia de Dios para vivir en la libertad de los hijos de Dios. 

-    Reconoce que eres tentado

«El árbol era apetitoso, atrayente y deseable» (Gén 3,6). Este árbol simboliza la voluntad de ponerse por encima del bien y del mal despreciando la Sabiduría de Dios. Cuando comieron se le abrieron los ojos y se dieron cuenta que estaban desnudos. Cuando uno peca se encuentra como desnudo ante Dios y viene la tentación de huir de Dios. 

-    Es el Maligno quien nos tienta    

«La serpiente replicó a la mujer: «No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal» (Gén 3,4-5). El hombre rechaza a Dios y quiere decir lo que está bien y lo que está mal sin contar con Él, y esta es su tentación y su pecado. Adán y Eva querían ser como dioses. Esta es la tentación, ocupar el lugar de Dios. Cuando el hombre peca de orgullo, de egoísmo, de odio, de violencia, se destruye a sí mismo, y así se rebela contra el Dios de la Vida y del Bien. Hombre y mujer descubren que van desnudos, signo de su debilidad y vulnerabilidad, entregados al sufrimiento y a la muerte. 

-    Jesús nos enseña a vencer la tentación 

Jesús vence la tentación: «Si eres Hijo de Dios…» (Mt 4,6). Es también la misma tentación en la cruz: «Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz» (Mt 27,40). Ser tentado es sentir la inclinación al mal, la atracción de la sensualidad y el egoísmo, pero también es ser puesto a prueba. Jesús fue puesto a prueba, por todo el mundo que le rodeaba, sobre la manera de ser y de vivir como Hijo de Dios, es decir, sobre la manera de entender la vida humana verdadera a la cual Dios lo lleva a Él y a toda la humanidad. 

Para vencer la tentación nos valemos de diversos recursos: la oración y el ayuno, la lectura meditativa de la Palabra de Dios, la lectura espiritual de los místicos y los santos, los sacramentos de la Eucaristía y de la reconciliación, el acompañamiento espiritual, los Ejercicios Espirituales, los retiros… 

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